viernes, 21 de marzo de 2014

2001, una odisea en el espacio


Cuando en 1968 Stanley Kubrick estrena "2001, una odisea en el espacio", se encontró con una audiencia especialmente receptiva hacia los temas del espacio en general, después de que la Guerra Fría espoleara a las dos grandes potencias de la época a una pugna por ver quién llegaba más lejos en la exploración del espacio hasta llegar a su punto culminante con la llegada del hombre a la luna al año siguiente. Pero los espectadores se encontraron a una película que poco tenía que ver con las hazañas espaciales, era desesperadamente lenta y con apenas diálogos, con largas escenas de gran belleza visual y con una muy cuidada banda sonora pero imposible de comprender y con un final abrupto y abstracto hasta el paroxismo. Fue tal la incomprensión hacia la película que en los 70 algunos jóvenes veían la película tras haber ingerido alucinógenos para experimentar el mismo viaje psicodélico que Bowman realiza a través del espacio hasta su destino final; pero como suele ocurrir en todo film de culto que se precie, una minoría la convirtió en filme de culto, pues comprendió que Kubrick estaba transmitiendo un mensaje filosófico, metafísico e incluso religioso de validez universal para quien tuviera bien abiertos los ojos y los oídos..

Kubrick tampoco permaneció impasible ante el enorme atractivo que ofrecía el espacio y después de haber leído "El Centinela" de Arthur Clarke, se pone de acuerdo con el escritor y recopila una ingente cantidad de información con la proverbial minuciosidad que le caracterizaba sobre las condiciones de vida en el espacio, vuelos espaciales, posibles diseños de naves y comportamiento de los objetos en condiciones de ingravidez de tal manera que fue reconocida como uno de los filmes que con mayor realismo reflejan las condiciones de vida en el espacio.

Para analizar la película me ceñire a las tres secciones en las que se divide la película, cuyo nexo en común es la presencia de un monolito y que describen la evolución humana y, por ende, la evolución de cada ser humano a lo largo de su vida.

1.-El amanecer del hombre
En esta desconcertante primera parte no hay palabras, solo gruñidos, aulllidos y los sonidos propios de la naturaleza. Como si de un documental se tratara, asistimos al quehacer cotidiano de un grupo de simios que habitan en una zona desértica e inhóspita de un lugar indeterminado, aunque bien pudiera ser Africa central, donde está demostrado que tuvo su origen la especie humana. La vida no es fácil para estos seres, la comida y el agua escasean y deben compartir los escasos recursos naturales animales herbívoros que se comen las hierbas de las que se alimentan y los carnívoros que los cazan sin que ellos pueden hacer nada por evitarlo. Es manifiesta la inferioridad de estos monos frente al resto de los animales, pues carecen de mandíbulas, garras o cualquier otra defensa natural, y con toda seguridad están condenados a la extinción. ¿Qué hace un animal tan escasamente adaptado viviendo en un medio tan agreste? ¿Acaso ha cambiado repentinamente el clima de la tierra y a estos simios no les ha dado tiempo a evolucionar y adaptarse al medio?
El amanecer del hombre

De repente un grupo de aquellos simios descubre al despertarse la presencia de un gigantesco monolito perfectamente liso; aquel objeto despierta la curiosidad de los primates, lo contemplan, lo tocan con sus manos. En ese momento amanece y el monolito lanza una señal: la cultura superior que ha plantado el monolito ha encontrado la especie que ha estado buscando por todo el universo, ciertamente son primitivos y pusilánimes; pero tienen una gran virtud, tienen una enorme curiosidad y unas extremidades que les permiten asir objetos.
El monolito
Uno de aquellos seres descubre fortuitamente el esqueleto de un gran animal y aquel montón de huesos llaman poderosamente la atencion. De repente algo se despierta en aquella mente primitiva, con sus manos coge un hueso de grandes dimensiones y golpea los demás restos oseos hasta romperlos. A simple vista puede parecer un gesto banal, pero su trascendencia es enorme: ese simio ha descubierto el poder de las herramientas, es el nacimiento del hombre, el homo sapiens.

Sugiere el relato de Clarke en el que se inspira la novela que la señal emitida por el meteorito produce una alteración en el cerebro de aquellos primates que estimula su capacidad cerebral y su inteligencia, aunque la película parece sugerir que aquellos alienigenas que plantaron el monolito eligieron a aquellos primates por sus todavía incipientes de inteligencia y de uso de herramientas.

Con la ayuda de los huesos-herramientas los simios pueden abatir a los indefensos herbívoros y alimentarse de su carne; y esa misma herramienta es la responsable de la primera muerte fraticida. La herramienta que sirve al hombre puede ser tambien el instrumento que provoca su muerte: todo depende de la intención de quien las empuña.

Eufórico por el inmenso poder que le otorga el descubrimiento de la herramienta, uno de aquellos primates lanza al aire su hueso..
La elipsis más bella de la historia del cine

2.-El monolito de la luna
Y en una de las elipsis más hermosas de la historia del cine, el primitivo hueso se transforma en una sofisticada nave que surca el espacio. Con el auxilio de herramientas cada vez complejas, el hombre ha conquistado toda la tierra, y espoleado por sus ansias de descubrir nuevos lugares, está conquistando el espacio, de ahí que la estación espacial tenga forma de rueda, para recordarnos de que aquellas naves no son más que herramientas creadas por el hombre para ayudarle a superar sus limitaciones naturales.
Una nave viaja desde la tierra hasta una estación espacial con un astronauta a bordo con la misión de investigar una extraña anomalía magnética que se ha descubierto en la luna. Después de una conversación con su familia y una conversación con unos científicos rusos que no aporta nada a la historia por ser una referencia al contexto histórico en que se rodó la película -los americanos han descubierto algo en la luna e intentan ocultar su descubrimiento a los rusos con una sarta de mentiras-, prosigue su viaje hacia el satélite.
Del hueso a la nave, de la simplicidad a la complejidad

Durante el viaje hacia la luna, y mientras el astronauta duerme plácidamente en su butaca, un bolígrafo se escapa de su bolsillo y flota en el aire debido a la ingravidez, el cual recoge una azafata y vuelve a poner en su lugar; esa escena aparentemente banal está llena de simbolismo: con sus herramientas ha conquistado el mundo, pero en el espacio el hombre no puede controlar sus herramientas debido a la ingravidez.
El baile del Espacio

Una vez allí, y siempre acompañados por los compases del Danubio Azul, los astronautas se encuentran ante un monolito rectangular y perfectamente liso igual que el que apareció al comienzo del filme. Y como ya hicieran sus antepasados, aquellos hombres se acercan al monolito; pero hay una diferencia sustancial con aquello simios: el ser humano se ha hecho mayor de edad, ya no le mueve la mera curiosidad, ahora sus pensamiento es científico y racional, analiza con sus instrumentos, investiga, quiere conocer su origen y su funcionamiento. Y cuando está frente al monolito, el sol amanece sobre el monolito y un ruido insoportable deja paralizados a los astronautas. En realidad se trata de una señal: el hombre al que han estado siguiendo desde sus orígenes ya se encuentra en condiciones de salir al encuentro de quienes plantaron el monolito, pero el hombre no puede comprender esa señal desde el pensamiento científico, su mensaje está más allá de la ciencia.

3.-Misión a Júpìter
Meses más tarde, una nave surca el espacio con un rumbo desconocido, en su interior viajan cinco astronautas y una nueva criatura creada por el hombre: el superordenador HAL 9000, una máquina dotada de inteligencia y la capacidad de hablar. Aparentemente toda la misión funciona según lo previsto, el ordenador dirige la nave hacia su destino, suministra alimento y oxígeno a los astronautas e incluso les proporciona diversión mediante partidas de ordenador; pero los astronautas ignoran que se encuentran bajo una espada de Damocles: el ordenador, a través de su omnipresente disco rojo, ha estado observando durante toda la misión a los humanos y ¿qué es lo que ha visto en ellos? Unos seres desvalidos, necesitados, aburridos y Hal llega a la conclusión de que puede prescindir de esos seres primitivos: Está a punto de comenzar la batalla del hombre contra la máquina.
Hal 9000 o el Gran Hermano de Orwell

Cierto día, el ordenador predice el fallo de la antena de la nave, por lo que los astronautas salen al exterior para repararla, y a no encontrar ningún fallo, llegan a la conclusión de que Hal está fallando y deciden apagarlo, pero no se dan cuenta de que el ordenador conoce sus planes y se defiende matando a los astronautas: corta el cable que une al astronauta a la nave sabiendo que el otro astronauta no va a dejar a su compañero desamparado -lleva mucho tiempo observando a los humanos y conoce sus comportamientos- y mientras los dos astronautas vivos están fuera de la nave mata a los astronautas hibernado privándoles de oxígeno. Cuando el astronauta regresa en la nave auxiliar llevando consigo a su compañero rescatado del espacio el ordenador se niega a abrirle la puerta: el ordenador se ha rebelado contra los humanos porque, como vimos en el capítulo anterior, el hombre en el espacio pierde el control de sus herramientas.

Pero Hal esta vez ha cometido un grave error: cegado por su soberbia, ha menospreciado el arrojo y la inteligencia de aquel ser primitivo y el astronauta entra en la nave valiéndose de los escasos minutos en que puede permanecer vivo en el vacío. Una vez en su interior, retira uno por uno todos los módulos de memoria de la nave mientras Hal suplica en vano que no le desactive hasta que el ordenador se apaga. Fijémonos en la herramienta utilizada por el astronauta para desactivar el ordenador: un simple destornillador; es decir, el hombre ha vencido a la herramienta perfecta con una simple herramienta manual. Porque las herramientas han sido creadas por el hombre para servirle y el hombre no puede convertirse en esclavo de sus herramientas. En la cúspide de la evolución el hombre ha confiado tanto en la técnica y en las herramientas que éstas han estado a punto de acabar con él.
La batalla del hombre contra la máquina

4.-Más allá de Júpiter
Bowman, el único astronauta superviviente, prosigue su viaje hacia Júpiter sin el auxilio de su ordenador consciente de que se trata de un viaje sin retorno. Despúes de una larga escena psicodélica heredera de la época en que se rodó el filme y que sugiere que la nave ha sido absorbida por una especie de campo de fuerza, Bowman llega a una extraña habitación decorada suntuosamente en un estilo rococó. En su interior hay un anciano vestido con una bata que come en una mesa, al girar la cabeza ve a otro anciano que agoniza en una cama mientras contempla el monolito; de pronto el anciano desaparece y se convierte en una especie de feto que es lanzado al espacio exterior.
Esta última escena es sin duda la más críptica y difícil de comprender de la película. Para empezar, la escena es sumamente compleja en su estructura. Podríamos decir que se trata de una sala de espejos se tratase en donde los unos reflejan la imagen reflejada por los otros, así vemos como Bowman está dentro de la habitación y los múltiples espejos esparcidos en la misma devuelven la imagen de un anciano –el largo viaje ha pasado factura en su físico- enfundado en un traje espacial, pero no solo Bowman se ve a sí mismo, sino que también ve su muerte, y el espectador contempla a su vez al astronauta y a la imagen de sí mismo en el ocaso de su vida.

Y no solo es compleja en su estructura, lo es también en su simbolismo. Observemos en primera lugar al anciano Bowman que come parsimoniosamente antes de acostarse, durante la comida toca sin querer una copa y esta cae al suelo y se rompe. Este objeto es en realidad el nexo que une esta escena con el resto del filme: la copa, el destornillador, el bolígrafo, el hueso, son herramientas manuales que el hombre ha ido utilizando a lo largo de su devenir histórico y que le han permitido conquistar el mundo y el espacio. Como contrapartida, el ser humano se ha vuelto cada vez más dependiente de sus herramientas a medida que se enfrentaba a mayores desafíos, convirtiéndose en imprescindibles en el espacio, el lugar más inhóspito para el hombre por su falta de aire y su ingravidez.
La copa que se rompe simboliza la inutilidad de las herramientas ante el último y más grande desafío de la especie humana: la muerte, entendiendo como tal no solo la muerte física que la ciencia solo puede retrasar pero nunca detener, sino también la cuestión de la inmortalidad del alma y la trascendencia. Porque si el hombre no se abre a la perspectiva del más allá el hombre tecnológico se convierte en palabras de Heidegger en un “ser para la muerte”.

Por eso a Bowman, al que como a un privilegiado las criaturas del espacio han revelado una gran verdad que lo ha trasformado en un superhombre no puede morir, sino que se transforma en un feto para que renazca y regrese a la tierra y descubra a los hombres la enseñanza que le han otorgado los seres del espacio. Porque para un agnóstico como Kubrick no cabe la inmortalidad del alma recurre al eterno retorno de Nietzche para dotar al ser humano de trascendencia. No es casualidad que el fragmento más emblemático de la banda sonora se titule “asi hablaba Zaratustra” de Richard Strauss, como el libro homónimo del filósofo alemán.
Siglo XVIII, el ocaso del hombre, el monolito, 

Fijémonos ahora en la decoración de la sala donde transcurre esta escena; los muebles y los cuadros son de estilo rococó, concretamente Luis XVI, y este estilo nos retrotrae a una época muy concreta: el siglo XVIII, el Siglo de las Luces o siglo de la Ilustración. Las criaturas no solo quieren que el hombre se sienta cómodo en su último hogar, sino que también han estado observando al hombre desde su nacimiento y han observado que fue precisamente a raiz de la Ilustración cuando el pensamiento occidental comenzó a confiar ciegamente en la ciencia, en la razón y en el progreso y a desechar todo lo trascendente por considerarlo irracional y contrario a la experiencia de los sentidos. En definitiva, el gran mensaje que Bowman (el hombre-arco lanzado a la tierra) es que los seres humanos no solo somos un cuerpo que maneja herramientas y una mente que las crea y las dirige, sino que también somos espíritu, trascendencia, inmortalidad....
El eterno retorno de Nietzche