EYES WIDE SHUT
Pocos días después del estreno de esta película fallecía
Stanley Kubrick dejando para la posteridad una docena de películas de
heterogénea temática pero con el denominador común de un exacerbado
perfeccionismo y la exploración de los más bajos instintos de la especie
humana, tales como la violencia, ya sea a través de la guerra (La Chaqueta
Metálica, Senderos de Gloria) o de la violencia individual (La Naranja
Mecánica, El Resplandor) y el sexo (Lolita y la película que nos ocupa)
Eyes Wide Shut fue el producto de un rodaje largo y
complicado que dio lugar a rumores de todo tipo, entre los que destaca su
relación con el desgaste del matrimonio de los actores Tom Cruise y Nicole
Kidman, las supuestas escenas de alto contenido sexual protagonizadas por los
susodichos o incluso la extraña muerte de Kubrick, que alimentó disparatadas
teorías de la conspiración relativas a los supuestos mensajes ocultos en su
obra póstuma. En cualquier caso, el resultado es una película de gran potencia
visual como no podía ser menos en el genio neoyorkino, con una trama
aparentemente simple pero repleta de símbolos que obligan al espectador a estar
permanentemente atento, con momentos sublimes pero también con debilidades.
Viéndola se diría que el obsesivamente perfeccionista Kubrick le hubiera dado
un último repaso antes de que viera la luz -algo habitual en él-, pero la
muerte se lo impidió. En cualquier caso es su obra póstuma y un compendio de su
forma de entender la vida y el séptimo arte.
La película es una adaptación muy libre de la novela
“Relato Soñado” del Arthur Schnitzler, un novelista austríaco discípulo de
Freud que describe desde una óptica psicoanalítica cómo se va destruyendo
paulatinamente la relación de pareja de un matrimonio vienés de principios del
siglo pasado debido a la confesión de la infidelidad deseada de la mujer que
lleva a su marido a una serie de encuentros sexuales durante unos carnavales. Kubrick traslada la historia
al Nueva York de los 90 y utiliza la relación de pareja como una estructura
desde la que desarrolla una historia mucho más profunda, con implicaciones políticas
e incluso esotéricas que voy a desarrollar a continuación
1) lo psicoanalítico
Bill Hartford es un médico
neoyorkino casado con Alice y tienen una hija llamada Helena. Su posición
económica es desahogada, vive en un piso lujoso y entre sus pacientes se
encuentra lo más selecto de la alta sociedad de Nueva York. Con motivo de las
fiestas navideñas uno de sus pacientes llamado Ziegler organiza un baile en su
casa al que son invitados los Hartford. Durante el mismo Bill es seducido por
dos modelos que le proponen relaciones mientras que Alice rechaza la
proposición sexual de un seductor médico.
Su comportamiento en el baile
desemboca en una discusión del matrimonio bajo el influjo del cannabis acerca
del deseo sexual que termina cuando Alice le confiesa que en una vez deseó
cometer adulterio con un desconocido. Esta confesión lleva a Bill a realizar un
viaje que pondrá en peligro su propia vida y la de su familia.
Kubrick abre las puertas de la casa
de un matrimonio aparentemente feliz, pero un análisis más detallado muestra
que sus cimientos están carcomidos por el hastío y el deseo. Alice está cansada
de su vida de ama de casa y de tener que depender económicamente de su marido
al perder su trabajo -como le confiesa al médico húngaro-, de un marido que la
ignora -en el baño ella le pregunta ¿que tal estoy? Y responde preciosa sin
mirársela- y de que su marido la use como acompañante en las fiestas a las que
asiste para codearse con la alta sociedad. Por consiguiente, Alice desea darle
un nuevo rumbo a su vida, esta es la verdadera advertencia que le lanza a Bill
con la confesión de su infidelidad de palabra mas no de obra: que lo hubiese
dejado todo (para cambiar de vida) por un desconocido. Pero Bill, atormentado
por la imagen recurrente de su mujer en brazos de otro hombre, emprende un
peligroso viaje nocturno en el que descubrirá nuevas formas de entender la
sexualidad que pondrán en peligro no solo su matrimonio sino también su vida.
Finalmente, un Bill derrotado y arrepentido confiesa a Alice sus infidelidades
y sus miedos y mutuamente deciden que solo el sexo es la solución a su crisis
matrimonial
Celos, infidelidad, lo onírico y lo real, la pulsión sexual, son
elementos presentes en la obra “Relato Soñado” de Schniztler -un discípulo
privilegiado de Freud-, que Kubrick incorpora su película pero sobre este
armazón el cineasta teje toda una maraña de mensajes ocultos que obligan al
espectador a estar permanentemente atento a todos los pequeños detalles.
2) Lo Esotérico
Conmocionado por la confesión de
Alice, Bill emprende un viaje nocturno que le conducirá hasta una mansión
llamada Somerton en la que un grupo de carácter iniciático y esotérico celebra
orgías bajo la protección de unas máscaras; aunque a decir verdad, este viaje
comienza mucho antes, concretamente en el baile organizado en la casa de
Ziegler. Los anfitriones saludan a los Hartford y Victor realiza a Bill un
comentario acerca de sus partidas de squash, este diálogo no tendría mayor
importancia de no ser por la breve escena intercalada en los títulos de crédito
en la que vemos a Alice quitándose de una forma muy sugerente un vestido en su
dormitorio. Teniendo en cuenta la
extrema minuciosidad de Kubrick, incluso el más mínimo detalle intercalado en
las escenas tiene su importancia, asi, vemos que a la izquierda de los pies de
Alice vemos dos raquetas y que el vestido que se está quitando es negro, y no
de color crema como el que llevaba en el baile y a la derecha hay varios
zapatos de tacón; por lo tanto esta escena es cronológicamente anterior a la
primera escena con la que se abre la película, en la que vemos a los Hartford
preparándoe para ir al baile. ¿Y si el saque y el juego al que se refiere
Ziegler es una metáfora que hace referencia a Alice, que ambos se “pasan”
durante el juego? En cuanto al vestido negro y los tacones, son una referencia
a las capas negras y los zapatos de tacón que llevan las asistentes a Somerton.
Entre los títulos de crédito, como un destello, una breve imagen fuera de contexto repleta de detalles simbólicos. |
Durante el baile en casa de Ziegler,
dos modelos proponen a Bill relaciones sexuales en un lugar que se encuentra
“más allá del Arco Iris”. Mientras que el médico húngaro propone a Alice que le
enseñará la colección de esculturas renacentistas de Ziegler. El arcoíris es el
nombre de la tienda de disfraces, que provee de indumentaria y de mujeres a los
asistentes a la orgía y el renacimiento es precisamente la época de máximo
esplendor del carnaval de Venecia, conocido por sus máscaras, las mismas que
utilizan los asistentes a Somerton. Alice logra desembarazarse del médico
alegando su condición de mujer casada, no sin antes besar su dedo índice y
acercarlo a los labios del hombre, en un gesto impropio de alguien que está
rechazando a otra persona. Ese gesto debe interpretarse más bien como un hasta
pronto, ya nos veremos: en Somerton, evidentemente. Refuerza esta idea el hecho
de que bebe de la misma copa de Alice, tomándose al pie de la letra las
sugerencias realizadas por Ovidio en su obra “arte de amar”, un verdadero manual
sobre el arte de la seducción. En el caso de Bill, debe dejar a las dos modelos
cuando es requerido por Ziegler, quien está manteniendo relaciones con una
prostituta en el baño que acaba de desmayarse por el efecto de las drogas. Así
pues, hay en esta fiesta dos niveles, por un lado está el baile, con sus
relaciones personales políticamente correctas y sus convenciones sociales; y
por otro el adulterio, la prostitución, los encuentros sexuales a escondidas,
lo oculto, lo prohibido, lo políticamente incorrecto, en definitiva.
Compárese el baño de Ziegler,
barroco, gigantesco, recargado con el baño de los Hartford, pequeño y
funcional, señalando así que el anfitrión pertenece a la élite mientras que
Bill es sólo alguien que se codea con la alta sociedad, pero que no pertenece a
la misma. Abundan en la filmografía del genio neoyorkino los aseos como lugares
que simbolizan lo oculto, lo íntimo, lo privado de los personajes, como oculto
es lo que Ziegler practica en la intimad de su baño. La estancia está presidida
por un cuadro que representa a una mujer desnuda, preludio de lo que está por
venir en Somerton.
La prostituta está insconciente
recostada sobre un sofá de color rojo y cuando Bill logra que recupere la
conciencia, la cubre con una manta azul. Estos dos colores y el violeta como
combinación de ambos aparecen frecuentemente a lo largo del filme; el rojo
simboliza la tentación, y el sexo como instinto; mientras que el azul simboliza
el hogar y el amor conyugal; el violeta simboliza la dicotomía entre el sexo
por el sexo y el amor.
Un baño suntuoso, colores simbólicos y sexo a escondidas en una fiesta de la alta sociedad |
En cuanto a la decoración de la casa de
Ziegler, abundan en ella los motivos navideños tales como abetos y luces de
colores, de entre todos estos motivos destaca una estrella de siete puntas
presente en casi todas las estancias, y que por estar iluminada parece un
adorno navideño más, pero es en realidad la estrella de Ishtar, una divinidad
babilónica cuyo culto estaba asociado a ritos de fertilidad y hierogamia. Así
pues, lo neopagano y lo judeocristiano se superponen a lo largo del filme como
dos realidades que conviven en ese pequeño universo que conforma el Nueva York
de Kubrick.
Una estrella de Ishtar convertida en adorno navideño con espumillones y luces, lo neopagano y lo judeocristiano fusionados |
Después de la confesión de Alice,
Bill sale de casa para atender a la hija de un paciente que acaba de morir.
Obsesionado con la imagen de su mujer en brazos de otro hombre, Bill vaga sin
rumbo por la ciudad hasta que le sale al encuentro una prostituta llamada
Dominó, quien le propone sexo por dinero en su domicilio. La puerta de color
rojo del bloque de pisos ya sugiere que al otro lado se encuentra el sexo puro
y duro, sin embargo el color violeta del vestido de Dominó indica que ante la
prostituta Bill se enfrenta al dilema entre la pasión y el amor, y será una
llamada de su mujer la que incline la balanza hacia este último extremo. Tanto
su nombre –Dominó es el nombre de una máscara veneciana- como las múltiples
máscaras que decoran el piso sugieren que también ella forma parte del grupo de
Somerton; pero ella es sólo el último escalafón de la jerarquía, como lo
demuestra el piso destartalado y sucio en el que vive, en comparación con las
opulentas viviendas de Ziegler y Hartford, prostitutas destinadas a satisfacer
los deseos sexuales de plutócratas.
Mascaras por doquier, adornos navideños y una prostituta con nombre de máscara veneciana, el preludio de Somerton |
¿Y si el encuentro con Domino fuera
el primer acto de un rito iniciático destinado a introducir a Bill en Somerton
con el objeto de comprobar si está dispuesto a mantener relaciones fuera del
matrimonio fuera de todo compromiso? Si así fuera, no ha superado la prueba, y
sin embargo Bill prosigue su paseo nocturno que le conducirá a la mansión. Sus
pasos le conducen hasta un club de Jazz donde actúa su amigo Nithingale, con
quién se encontró después de mucho tiempo en la mansión de Ziegler. El color
predominantemente rojo del club ya sugiere que es una antesala del sexo
desenfrenado; durante la conversación con Nithingale -en ingles ruiseñor, el
pájaro que canta en la noche, precisamente lo que hace el músico-, le habla de
que su próxima actuación será en una fiesta llena de despampanantes mujeres
desnudas que ha podido ver a pesar de tocar con los ojos vendados. Durante la
charla recibe una llamada telefónica y Nithingale escribe apresuradamente una
palabra en una servilleta. ¿Ha cometido el músico una imprudencia al hablarle
de las mujeres desnudas y escribir la contraseña ante los ojos de Bill o tal
vez se trate de una argucia destinada a despertar en el médico el deseo de
asistir a la fiesta? No es casualidad que la contraseña sea Fidelio, pues en
primer lugar se trata de la única opera de Beethoven –Kubrick era una gran
melómano- y además la obra es una apología de la fidelidad matrimonial,
precisamente todo lo contrario a lo que se ensalza en Somerton.
Ahora Bill conoce la existencia de
la orgía y la contraseña, pero para asistir a la misma es preciso ir vestido de
una determinada manera, y se dirige a una tienda de alquiler de disfraces
llamada “más allá del arco iris”, nombre que ya le fue insinuado a Bill por una
de las modelos de la fiesta de Ziegler. Abundan en el interior de la tienda los
trajes y máscaras venecianos a modo de preludio como ya ocurriera en la casa de
dominó, claro indicio de que el dueño de la tienda también está involucrado en
la secta. Mientras el dueño y Bill deambulan por la tienda buscando la
indumentaria, el dueño descubre a su hija manteniendo relaciones con dos orientales
ataviados con pelucas y con un maquillaje que desfigura sus rostros, acto
seguido el dueño encierra a los dos hombres con llave en una habitación bajo la
amenaza de llamar a la policía. Esta escena contiene una advertencia para
Hartford: los no iniciados que asistan a la fiesta serán castigados. Antes de
que la hija del dueño se marche le susurra al médico una frase al oído apenas
audible: “deberías llevar una capa forrada de armiño” La piel de este animal se
asocia habitualmente a la indumentaria de los papas y nobleza en general, así
pues la frase significa que para ir a la fiesta no basta con llevar una capa y
una máscara, sino que también hay que pertenecer a la élite a la que Bill,
aunque intente parecerlo con sus alardes de riqueza, no pertenece.
Mas allá del arco iris se encuentra Somerton y la tienda de disfraces es la puerta de entrada |
Bill ya posee todo lo necesario para
asistir a la orgía, así que toma un taxi que le lleva hasta una mansión en las
afueras de la ciudad denominada Somerton. Resulta significativo que la reja de
la puerta sea de color azul, puesto que estos grupos secretos ansían ofrecer
una apariencia de “normalidad” hacia el exterior y que el coche que conduce a
Bill hasta la puerta de la mansión sea rojo, pues más allá de la puerta de
entrada ya no hay nada que esconder y reina el sexo sin límites.
Hartford llega cuando la ceremonia
ya ha comenzado, así que ni él ni los espectadores sabemos cómo empieza, ¿acaso
no puede considerarse todo el periplo del doctor como un rito iniciático
destinado a comprobar su predisposición a mantener relaciones sexuales fuera
del matrimonio al estilo de Somerton? Resulta significativo que dentro de la
mansión no se encuentran los adornos navideños presentes en todas las escenas
del filme, que han sido sustituido por una decoración de corte oriental; en
Somerton no impera la tradición judeocristiana que impregna toda la sociedad,
que ha sido sustituida por la tradición oriental que ensalza el placer dentro
del sexo, baste recordar el kamasutra, el tantrismo o la filosofía Thelema,
fundada por el ocultista británico Aleister Crowley.
Al entrar Bill es saludado desde el
palco por dos personas ataviadas con máscaras venecianas, que sin duda son el
dueño de la tienda de disfraces y su hija, que son los únicos que saben qué
mascara ha adquirido el protagonista. Hartford se sitúa entre un grupo de
personas ataviados al igual que él con máscaras y capas y contempla una
ceremonia en la que unas mujeres con el mismo atuendo que el resto de
participantes se desnudan para acto seguido marchar con la pareja que han
elegido de entre los asistentes. Ante sus ojos se desarrolla una ceremonia con
un marcado carácter litúrgico: el incensario, los gestos ritualizados, la
música, los bastonazos que señalan el tempo
de la ceremonia… En esta liturgia ya no se busca el encuentro del hombre con lo
divino, sino el encuentro del hombre con el hombre y la experiencia
mistico-religiosa ha sido sustituida por la experiencia orgiástica.
Solo el dueño de la tienda de disfraces y su hija saben qué mascara usa Bill, por eso le saludan ¿o le advierten de que es un impostor? |
Una de las mujeres escoge a Hartford
y a solas le advierte de que es un impostor y de que su vida corre peligro,
pero la curiosidad de Bill es demasiado fuerte y deambula por la mansión
contemplando toda clase de actos sexuales sin participar en ninguno de ellos y
sin ni siquiera contemplarlos. Finalmente Bill es conducido de nuevo a la gran
sala donde tuvo lugar la ceremonia, pero el escenario ha cambiado
completamente, las máscaras de los asistentes son ahora grotescas y deformes y
en el centro del círculo se encuentra el hombre de la capa roja sentado en un
trono adornado con un águila bicéfala y un globo terráqueo, en alusión a la masonería,
paradigma de las asociaciones ocultistas e iniciáticas. El maestro de
ceremonias pregunta a Hartford acerca de la contraseña de entrada, que responde
satisfactoriamente, pero no sabe cuál es la segunda contraseña y su engaño
queda al descubierto. El músico solo conocía la contraseña de entrada a la
mansión, puesto que cuando está dentro tiene los ojos vendados porque no ha
sido iniciado, y sólo los iniciados conocen la segunda contraseña que abre las
puertas de la ceremonia. Esa contraseña es la predisposición a mantener
relaciones sexuales por placer, algo a lo que ni Bill ni Nithingale –felizmente
casados- no están dispuestos. Y cuando Bill va a recibir el castigo como
impostor, la mujer que anteriormente le advirtió de que se marchara de allí se
sacrifica por él aceptando el castigo impuesto al médico. Sugestionado por toda
la parafernalia religiosa que impregna el ambiente, Bill contempla como la
chica es llevada de allí por un enmascarado.
Enmascarados bailando como en la fiesta de Ziegler, con la decoración oriental, el no-iniciado con los ojos vendados y los sexos confundiéndose bajo máscaras |
Un conmocionado Bill regresa a casa y nada más
entrar apaga el árbol de Navidad, pues ya conoce lo que hay más allá de la
puerta de Somerton. Su mujer está riéndose en la cama, acaba de despertarse y
le cuenta a Bill que ha soñado que mantenía relaciones con el marinero ante una
multitud entre la que se encontraba su marido. Resulta significativo que Bill
escuche esta narración precisamente cuando regresa de una orgía...
Espoleado por el deseo de saber qué suerte corrió la
mujer que se ofreció en sacrificio y su identidad, Bill emprende un nuevo
viaje, pero su búsqueda resulta infructuosa: Nithingale ha huido después de
haber recibido una paliza a manos de unos sicarios, Dominó ha contraido el sida
y ha desaparecido, las puertas de Somerton se cierran ante él y al devolver el
traje descubre que la máscara ha desaparecido. Su búsqueda no ha servido para
nada, pero su periplo se ha convertido en un viaje iniciático que ha
transformado interiormente a Bill: Ya no tiene reparos para seducir a la
compañera de piso de Dominó y el dueño de la tienda de disfraces ofrece a su
hija a Bill al tiempo que los orientales -que en realidad son una imagen del
protagonista- han llegado a un acuerdo con el dueño y han disfrutado de la
compañía de la chica. En definitiva, Hartford es ahora un iniciado que no
siente prejuicios para mantener relaciones sin amor.
3) lo político
De
repente un asustado Bill descubre que un desconocido le sigue y todos los
temores que le generaron las advertencias lanzadas por el maestro de
ceremonias. Huyendo de su perseguidor entra en un bar; suena de fondo el
Requiem de Mozart y en la primera página del periódico se puede leer “suerte de
estar vivo” ¿está su vida realmente en peligro o son sus miedos los que le
hacen creer que es así? Entonces lee un artículo acerca de cierta modelo
llamada Amanda Curran que ha muerto de sobredosis y piensa que aquella mujer
podría ser la que se ofreció en sacrificio en su ceremonia, y valiéndose de su
carné de médico a modo de salvoconducto como ha hecho a lo largo del filme,
logra acceder al depósito de cadáveres y cree reconocer en ese cadáver a esa
mujer. Pero no es la mujer que se ofreció en sacrificio, sino más bien la que
auxilió en la fiesta de Ziegler, coincide su nombre -Amanda y Mandy, una
abreviatura- y su físico.
Al salir, recibe una llamada
telefónica, quien le solicita que vaya a
su casa, éste le recibe en una sala de billar llena de detalles simbólicos que
desgranaremos más adelante. Durante la conversación Ziegler le confiesa que
estuvo en la ceremonia, que el sacrificio no fue más que una pantomima, que los
integrantes de la ceremonia eran gente muy poderosa, que mandó que le siguieran
y que Mandy no era más que una prostituta que murió por sobredosis y que ellos
no tienen nada que ver en su muerte. ¿Es eso cierto o por el contrario se trata
de un ardid para tranquilizar a un asustado Bill? Los que se reúnen en la
mansión son gente poderosa e influyente que busca dar rienda suelta a sus más
bajos instintos en reuniones secretas introduciendo en la mansión a prostitutas
de bajo nivel (Mandy y Dominó) para su disfrute a las que pagan con dinero y
especies. La premisa fundamental de este grupo –y de todos los grupos de corte
iniciático y esotérico- es el secreto, no toleran los intrusos y tampoco que
una vulgar prostituta drogadicta los ponga en evidencia con una sobredosis. Los
medios de comunicación son una de sus armas principales y su poder es tal que
con una noticia pueden convertir un crimen en un vulgar eco de sociedad, como
en el caso de Mandy.
Ha llegado el momento de analizar
los mensajes ocultos en la escena: la mesa de billar es roja –color poco
habitual-, y Ziegler mientras habla oscila una bola y después una tiza, después
se sienta y señala a Bill mientras habla. Todos estos detalles apuntan a una
sola dirección: Ziegler es el celebrante que dirigió la ceremonia de Somerton,
sus fiestas donde se reúne la flor y nata de la sociedad neoyorkina son
solamente la parte visible de una secta iniciática donde un grupo selecto de
plutócratas se entregan al sexo sin límites; los profanos que asisten a la fiesta
observarán cómo los invitados bailan y hablan entre ellos, aunque en realidad
es la máscara que utilizan para presentarse ante la sociedad; todo cuanto
sucede en la fiesta entra dentro de lo políticamente correcto, de lo
socialmente aceptado, aunque secretamente se realizan los acuerdos y los pactos
que posteriormente se cristalizarán en las relaciones basadas por el placer por
el placer que imperan en Somerton, como les ocurre a los Hartford.
Ziegler es el maestro de ceremonias |
Al llegar a casa, encuentra a su
mujer acostada en la cama con la máscara que se extravió en la fiesta encima de
la almohada que utiliza Bill, el color de la ropa de cama es morado, el deseo y
la estabilidad conyugal se fusionan en la escena. ¿Cómo llegó hasta allí la
máscara? Podría tratarse de una advertencia a modo de “cabeza de caballo” por
parte de los miembros de la secta para que Bill desista en sus deseos de seguir
averiguando, aunque la clave para entender la escena se encuentra en el
anterior sueño de Alice; en realidad ella forma parte de la secta, podría
haberle preguntado directamente a su marido qué hacía en la orgia, pero así se
habría acusado a si misma, en su lugar optó por narrarle un sueño a modo de
mensaje subliminal. Alice se acaba de sacar la máscara y lo mismo ha hecho su
marido, su apariencia de madre y ama de casa no es más que la máscara que ha
utilizado ante su marido y los demás, con la confesión de su deseado adulterio
pretendió insuflar vida a su mortecino matrimonio, pero lo que logró fue poner
la vida de su marido y su relación en peligro. También Bill se quita la máscara
cuando confiesa a su mujer todas las aventuras que ha vivido a raíz del relato
de Alice.
Tanto Bill como Alice han utilizado máscaras, ya sea reales o figuradas |
¿te lo pasaste bien en la fiesta, Pillín? |
Bill no está exento de peligro, lo vigilan y su hija es el mejor chantaje |
En definitiva, Eyes Wide Shut se
erige como el canto del cisne de una cineasta genial que dirigió un puñado de
películas para una selecta minoría que tuviera la capacidad de leer sus
mensajes ocultos. Conspiraciones aparte, este filme desenmascara la doble
realidad de una sociedad aparentemente próspera por fuera pero moralmente
ruinosa en su interior.