martes, 2 de diciembre de 2014

El Club de la Lucha


Corria el año 1999 cuando David Fincher estrenaba “El club de la Lucha”. Basada en la novela homónima de Chuck Palahniuk, el filme levantó reacciones contrapuestas tanto en el público como en la crítica; mientras que para unos era un filme excesivamente violento, amoral y una apología del terrorismo y del vandalismo, otros vieron en ella un profundo mensaje oculto bajo el ropaje de unas imágenes poderosas y un tratamiento del lenguaje cinematográfico que rompía con todo lo anterior ofreciendo una narración fragmentada, unos travellings imposibles a través de los objetos e incluso tanteos con el lenguaje subliminal. En cualquier caso se trata de una película cuyo complejo significado no es facil de descifrar en una sola visión y por eso tuvo un gran éxito comercial su versión en dvd, que la encumbraron a la categoría de filme de culto.
No es casualidad que se estrenara precisamente el mismo año que Matrix, pues ambas son producto del cambio de milenio, solo que mientras el filme de los hermanos Wachowski muestra la fascinación ante las nuevas tecnologías -telefonía móvil, videojuegos e internet especialmente, el filme que nos ocupa incide en la consecuencia de tales avances tecnológicos: en el consumismo propagado por los medios de comunicación que obliga a trabajar en oficios detestables tan solo para rodearse de objetos que sólo producen vacío existencial e infelicidad. A fin de cuentas, las cualidades extraordinarias (felicidad, capacidad de seducción, éxito...) atribuidas por los medios de comunicación a los bienes de consumo llevan al que los adquiere a vivir una existencia no menos irreal que la de los prisioneros de Matrix.
Asi pues, la película se erige como una critica a la sociedad consumista, a sus valores, mitos y mentiras y lo hace a través de los ojos de unos personajes atrapados en este sistema que, insatisfechos y desengañados, han tocado fondo y desean liberarse y liberar a cuantos les rodean. Cuatro son los personajes importantes, que al final terminan reduciéndose a dos, o quizá fueron tres desde el principio... Pero no adelantemos acontecimientos.


1.- El narrador
Aunque muchos seguidores lo conocen como Jack, lo cierto es que se desconoce su nombre, tal confusión viene de los artículos que lee en las revistas que se acumulan en la casa de Tyler; él es el paradigma del consumista que se ve obligado a desempeñar un trabajo aburrido y estresante para poder comprar cachivaches con los que rellenar su piso y, por ende, el vacío de su vida. Debido a sus continuos viajes en avión con el consiguiente jet lag y el hastío que le produce su estilo de vida sufre de insomnio y, aconsejado por su médico, comienza a asistir a toda clase de grupos de autoayuda de enfermos de las más variopintas dolencias. En un sociedad caracterizada por el hedonismo y el individualismo el protagonista encuentra comprensión, acogida y el consuelo de saber que hay personas que lo están pasando peor que él, encontrando una paz interior que la sociedad de consumo no puede darle y así logra conciliar el sueño.
El narrador despertando de su insomnio descubre la verdadera realidad

2.- Marla Singer
Es una chica que asiste a los mismos grupos de autoayuda fingiendo tener toda clase de enfermedades al igual que el protagonista. En Marla el vacío existencial y el hastío han llegado a su grado máximo y su mayor deseo es morir para terminar con aquella vida insoportable. Él narrador se ve reflejado en ella y comprende que si sigue con ese estilo de vida terminará como ella, por lo que el insomnio vuelve a hacer acto de presencia en su vida. Sus vidas se separan cuando el narrador deja de asistir a grupos de autoayuda, pero sus destinos volverán a unirse más adelante.

3.- Robert “Bob” Paulson

En una sociedad donde se ensalza el cuerpo y la imagen personal, este personaje es la encarnación de tales premisas llevadas a su paroxismo. Antiguo culturista, su obsesión por estar cachas le condujo a tomar toda clase de esteroides y anabolizantes, que unido a la extirpación de sus testículos lo han convertido en una criatura grotesca. Conoce al narrador en los grupos de autoayuda y se hacen amigos, posteriormente él será uno de los más acérrimos seguidores del Club de la lucha, hasta el punto de dar la vida por él. Su muerte será el detonante del inesperado giro copernicano que se producirá en el guión más adelante.

4.- Tyler Durden

Conoce al narrador durante uno de sus múltiples viajes en avión y termina viviendo en su casa después de que su piso -y, por tanto, todas sus pertenencias y su mundo- volara por los aires. Es el alter ego del protagonista; rechaza todos los valores y mitos de la sociedad de consumo, tales como la obtención de la felicidad a través de la posesión de objetos, la esclavitud de las multinacionales, el hedonismo o la obsesión por la tecnología. En su lugar propugna un estilo de vida basado en el nihilismo, el primitivismo y el rechazo a las posesiones materiales y a la tecnología. Juntos descubren a través de la violencia una vía de escape a sus frustraciones, rabias y desilusiones generadas por las falsas promesas de la sociedad de consumo.
Los combates en el Club de la Lucha
En una sociedad donde se valora sobremanera el hedonismo, la imagen personal y la competitividad, a través del dolor se experimenta felicidad y plenitud, las cicatrices en la cara se convierten en signo de identidad y las peleas una diversión donde no importa ganar o perder.
Tyler, el alter ego del narrador

Tyler (narrador) Durden
A pesar de a que los integrantes del club les está prohibido hablar del club de la lucha, pronto su número crece hasta formar un pequeño ejército que obedece ciegamente las órdenes de Tyler. Debido a la irrupción de Marla Singer la relación entre ambos personajes se resquebraja, hasta el punto de que Tyler concibe el Proyecto Mayhem a espaldas del narrador. Este proyecto tiene como objetivo la voladura de diversas sedes de entidades bancarias para acabar desde la raiz con la sociedad consumista que tanto odia Tyler.
Tyler y el narrador, las dos mitades de una misma persona
Y en ese momento se produce un inesperado giro en el guión que obliga a replantearse todo el filme desde el principio. Tyler Durden desaparece una mañana y todo el mundo lo confunde con el narrador, hasta que descubre estupefacto que en realidad son la misma persona. En realidad, a lo largo del filme existen varios indicios que demuestran que son la misma persona:

  • En algunas escenas en las que está presente el narrador Tyler aparece fugazmente en la pantalla
  • en la escena del coche, el narrador sale también por el lado del conductor
  • Cuando Marla les llama diciéndoles que se ha tomado una sobredosis de pastillas para dormir y Tyler oye la llamada y acude a su piso, ella no se sorprende
Diversas imagenes subliminales diseminadas en el filme

El narrador y Tyler encarnan las dos naturalezas presentes en todo ser humano, el bien y el mal, el que se arriesga y el que se conforma, al que sigue al rebaño y al que sigue sus propios pasos, el que pone en peligro su vida sin sentido y el que busca el sentido de la vida. No es casual que ambos convivan en una casa destartalada, pues simboliza la “destrucción” de la psique del personaje, e incluso su aspecto externo recuerda a la mansión de Norman Bates, el personaje bipolar por excelencia de la historia del Cine. Estas dos mitades conviven en armonía aprendiendo el uno del otro hasta que dos acontecimientos hacen reaccionar al narrador y éste comprende que su vida corre peligro y el Proyecto Mayhem se ha convertido en un juego peligroso completamente alejado de su propósito original:

El primer acontecimiento es el accidente de coche, en busca de nuevas emociones frente al hastío de su vida Tyler conduce de forma temeraria y sufre un accidente de tráfico que casi acaba con su vida. Al despertar descubre que su otro yo es un peligro y decide romper su relación con él, pues al enamorarse de Marla su vida adquiere un sentido y decide no seguir arriesgando su vida

El segundo acontecimiento es la muerte de Bob. Los miembros del Club reaccionan a su muerte con absoluta frialdad, a fin de cuentas para Tyler cada uno de los integrantes son sólo piezas de un engranaje, peones de ajedrez al servicio de un plan que pueden ser sacrificados si es preciso. En ese momento el narrador descubre que el proyecto Mayhem se ha convertido en una sociedad paralela que no difiere mucho de la sociedad contra la que lucha, unicamente se diferencia en sus valores: las frases de Tyler se han convertido en slogans que sus adeptos repiten machaconamente, en el club el individuo cuenta tan poco como en la sociedad, el club se defiende de la sociedad de la misma manera que ésta se defiende del club (escena de la tortura al congresista) y el lavado de cerebro que Tyler ejerce con sus adeptos no difiere mucho del que utiliza esta sociedad con los “adeptos” a sus valores.
El aleccionamiento del Club de la Lucha
Pero cuando el narrador reacciona ya es demasiado tarde, el proyecto Mayhem tiene vida propia y cuenta con clubes de lucha y adeptos diseminados por todo el país, tal y como constata cuando desanda el camino que ha seguido en sus múltiples viajes de negocios a lo largo y ancho de la geografía del país, además de sus influencias en las fuerzas del orden. En ese punto al narrador se le plantea una disyuntiva, por una parte está su desbocado alter ego al que desea eliminar y por otro los valores anticonsumistas que ambos comparten y que les unen;
¿Quien empuña el arma, Tyler o el propio narrador?
de modo que el narrador decide acabar con Tyler y a la vez seguir con su cruzada contra el consumismo de la mano de Marla, la persona que da sentido a su vida, y ambos contemplan desde un ventanal como los explosivos colocados e ideados por Tyler y sus secuaces cumplen su cometido...
El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos