Corria
el año 1999 cuando David Fincher estrenaba “El club de la Lucha”.
Basada en la novela homónima de Chuck Palahniuk, el filme levantó
reacciones contrapuestas tanto en el público como en la crítica;
mientras que para unos era un filme excesivamente violento, amoral y
una apología del terrorismo y del vandalismo, otros vieron en ella
un profundo mensaje oculto bajo el ropaje de unas imágenes poderosas
y un tratamiento del lenguaje cinematográfico que rompía con todo
lo anterior ofreciendo una narración fragmentada, unos travellings
imposibles a través de los objetos e incluso tanteos con el lenguaje
subliminal. En cualquier caso se trata de una película cuyo complejo
significado no es facil de descifrar en una sola visión y por eso
tuvo un gran éxito comercial su versión en dvd, que la encumbraron
a la categoría de filme de culto.
No
es casualidad que se estrenara precisamente el mismo año que Matrix,
pues ambas son producto del cambio de milenio, solo que mientras el
filme de los hermanos Wachowski muestra la fascinación ante las
nuevas tecnologías -telefonía móvil, videojuegos e internet
especialmente, el filme que nos ocupa incide en la consecuencia de
tales avances tecnológicos: en el consumismo propagado por los
medios de comunicación que obliga a trabajar en oficios detestables
tan solo para rodearse de objetos que sólo producen vacío
existencial e infelicidad. A fin de cuentas, las cualidades
extraordinarias (felicidad, capacidad de seducción, éxito...)
atribuidas por los medios de comunicación a los bienes de consumo
llevan al que los adquiere a vivir una existencia no menos irreal que
la de los prisioneros de Matrix.
Asi
pues, la película se erige como una critica a la sociedad
consumista, a sus valores, mitos y mentiras y lo hace a través de
los ojos de unos personajes atrapados en este sistema que,
insatisfechos y desengañados, han tocado fondo y desean liberarse y
liberar a cuantos les rodean. Cuatro son los personajes importantes,
que al final terminan reduciéndose a dos, o quizá fueron tres desde
el principio... Pero no adelantemos acontecimientos.
1.-
El narrador
Aunque
muchos seguidores lo conocen como Jack, lo cierto es que se desconoce
su nombre, tal confusión viene de los artículos que lee en las
revistas que se acumulan en la casa de Tyler; él es el paradigma del
consumista que se ve obligado a desempeñar un trabajo aburrido y
estresante para poder comprar cachivaches con los que rellenar su
piso y, por ende, el vacío de su vida. Debido a sus continuos viajes
en avión con el consiguiente jet
lag y
el hastío que le produce su estilo de vida sufre de insomnio y,
aconsejado por su médico, comienza a asistir a toda clase de grupos
de autoayuda de enfermos de las más variopintas dolencias. En un
sociedad caracterizada por el hedonismo y el individualismo el
protagonista encuentra comprensión, acogida y el consuelo de saber
que hay personas que lo están pasando peor que él, encontrando una
paz interior que la sociedad de consumo no puede darle y así logra
conciliar el sueño.
El narrador despertando de su insomnio descubre la verdadera realidad |
2.-
Marla Singer
Es
una chica que asiste a los mismos grupos de autoayuda fingiendo tener
toda clase de enfermedades al igual que el protagonista. En Marla el
vacío existencial y el hastío han llegado a su grado máximo y su
mayor deseo es morir para terminar con aquella vida insoportable. Él
narrador se ve reflejado en ella y comprende que si sigue con ese
estilo de vida terminará como ella, por lo que el insomnio vuelve a
hacer acto de presencia en su vida. Sus vidas se separan cuando el
narrador deja de asistir a grupos de autoayuda, pero sus destinos
volverán a unirse más adelante.
3.-
Robert “Bob” Paulson
En
una sociedad donde se ensalza el cuerpo y la imagen personal, este
personaje es la encarnación de tales premisas llevadas a su
paroxismo. Antiguo culturista, su obsesión por estar cachas le
condujo a tomar toda clase de esteroides y anabolizantes, que unido a
la extirpación de sus testículos lo han convertido en una criatura
grotesca. Conoce al narrador en los grupos de autoayuda y se hacen
amigos, posteriormente él será uno de los más acérrimos
seguidores del Club de la lucha, hasta el punto de dar la vida por
él. Su muerte será el detonante del inesperado giro copernicano que
se producirá en el guión más adelante.
4.-
Tyler Durden
Conoce
al narrador durante uno de sus múltiples viajes en avión y termina
viviendo en su casa después de que su piso -y, por tanto, todas sus
pertenencias y su mundo- volara por los aires. Es el alter
ego del
protagonista; rechaza todos los valores y mitos de la sociedad de
consumo, tales como la obtención de la felicidad a través de la
posesión de objetos, la esclavitud de las multinacionales, el
hedonismo o la obsesión por la tecnología. En su lugar propugna un
estilo de vida basado en el nihilismo, el primitivismo y el rechazo a
las posesiones materiales y a la tecnología. Juntos descubren a
través de la violencia una vía de escape a sus frustraciones,
rabias y desilusiones generadas por las falsas promesas de la
sociedad de consumo.
En una sociedad donde se valora sobremanera el
hedonismo, la imagen personal y la competitividad, a través del
dolor se experimenta felicidad y plenitud, las cicatrices en la cara
se convierten en signo de identidad y las peleas una diversión donde
no importa ganar o perder.
Los combates en el Club de la Lucha |
Tyler, el alter ego del narrador |
Tyler
(narrador) Durden
A
pesar de a que los integrantes del club les está prohibido hablar
del club de la lucha, pronto su número crece hasta formar un
pequeño ejército que obedece ciegamente las órdenes de Tyler.
Debido a la irrupción de Marla Singer la relación entre ambos
personajes se resquebraja, hasta el punto de que Tyler concibe el
Proyecto Mayhem a espaldas del narrador. Este proyecto tiene como
objetivo la voladura de diversas sedes de entidades bancarias para
acabar desde la raiz con la sociedad consumista que tanto odia Tyler.
Tyler y el narrador, las dos mitades de una misma persona |
Y en
ese momento se produce un inesperado giro en el guión que obliga a
replantearse todo el filme desde el principio. Tyler Durden
desaparece una mañana y todo el mundo lo confunde con el narrador,
hasta que descubre estupefacto que en realidad son la misma persona.
En realidad, a lo largo del filme existen varios indicios que
demuestran que son la misma persona:
- En algunas escenas en las que está presente el narrador Tyler aparece fugazmente en la pantalla
- en la escena del coche, el narrador sale también por el lado del conductor
- Cuando Marla les llama diciéndoles que se ha tomado una sobredosis de pastillas para dormir y Tyler oye la llamada y acude a su piso, ella no se sorprende
Diversas imagenes subliminales diseminadas en el filme |
El
narrador y Tyler encarnan las dos naturalezas presentes en todo ser
humano, el bien y el mal, el que se arriesga y el que se conforma, al
que sigue al rebaño y al que sigue sus propios pasos, el que pone en
peligro su vida sin sentido y el que busca el sentido de la vida. No
es casual que ambos convivan en una casa destartalada, pues simboliza
la “destrucción” de la psique del personaje, e incluso su
aspecto externo recuerda a la mansión de Norman Bates, el personaje
bipolar por excelencia de la historia del Cine. Estas dos mitades
conviven en armonía aprendiendo el uno del otro hasta que dos
acontecimientos hacen reaccionar al narrador y éste comprende que su
vida corre peligro y el Proyecto Mayhem se ha convertido en un juego
peligroso completamente alejado de su propósito original:
El
primer acontecimiento es el accidente de coche, en busca de nuevas
emociones frente al hastío de su vida Tyler conduce de forma
temeraria y sufre un accidente de tráfico que casi acaba con su
vida. Al despertar descubre que su otro yo es un peligro y decide
romper su relación con él, pues al enamorarse de Marla su vida
adquiere un sentido y decide no seguir arriesgando su vida
El
segundo acontecimiento es la muerte de Bob. Los miembros del Club
reaccionan a su muerte con absoluta frialdad, a fin de cuentas para
Tyler cada uno de los integrantes son sólo piezas de un engranaje,
peones de ajedrez al servicio de un plan que pueden ser sacrificados
si es preciso. En ese momento el narrador descubre que el proyecto
Mayhem se ha convertido en una sociedad paralela que no difiere mucho
de la sociedad contra la que lucha, unicamente se diferencia en sus
valores: las frases de Tyler se han convertido en slogans que sus
adeptos repiten machaconamente, en el club el individuo cuenta tan
poco como en la sociedad, el club se defiende de la sociedad de la
misma manera que ésta se defiende del club (escena de la tortura al
congresista) y el lavado de cerebro que Tyler ejerce con sus adeptos
no difiere mucho del que utiliza esta sociedad con los “adeptos”
a sus valores.
El aleccionamiento del Club de la Lucha |
Pero
cuando el narrador reacciona ya es demasiado tarde, el proyecto
Mayhem tiene vida propia y cuenta con clubes de lucha y adeptos
diseminados por todo el país, tal y como constata cuando desanda el
camino que ha seguido en sus múltiples viajes de negocios a lo largo
y ancho de la geografía del país, además de sus influencias en las
fuerzas del orden. En ese punto al narrador se le plantea una
disyuntiva, por una parte está su desbocado alter ego al que desea
eliminar y por otro los valores anticonsumistas que ambos comparten y
que les unen;
de modo que el narrador decide acabar con Tyler y a la
vez seguir con su cruzada contra el consumismo de la mano de Marla,
la persona que da sentido a su vida, y ambos contemplan desde un
ventanal como los explosivos colocados e ideados por Tyler y sus
secuaces cumplen su cometido...
¿Quien empuña el arma, Tyler o el propio narrador? |
El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos |
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