domingo, 11 de enero de 2015

La cabina de Antonio Mercero (tv)

LA CABINA

Ya sé que este post no va dedicado a una pelicula propiamente dicha, sino a un telefilme emitido en la televisión, pero por las múltiples interpretaciones que suscita, sus mensajes ocultas y el aura de misterio que le envuelve bien merece un lugar en este blog.
Para comprender la repercusión que tuvo este telefilme -uno de los más galardonados de la historia de la televisión en España- hay que tener en cuenta el contexto histórico en el que esta obra vio la luz. Desde que los televisores comenzaron a formar parte del mobiliario de los hogares del pais, el régimen franquista, consciente del poder y la ambigüedad de este nuevo medio de comunicación, sometió la programación a una ferrea censura como al resto de medios o manifestaciones artísticas y a través de la pantalla el régimen ensalzaba sus valores, fomentaba el culto a la personalidad del dictador y cualquier posible crítica al régimen era acallada. En los 60, coincidiendo con el leve aperturismo del régimen y el despegue económico del pais, el gobierno impulsó la creación de nuevos programas con el fin de mejorar la imagen de la programación televisiva y del pais en general hacia la comunidad internacional, eso supuso una cierta relajación de la censura, aunque siguió presente. Un claro ejemplo de este fenómeno fue la serie "historias para no dormir" de Narciso Ibañez Serrador, serie pionera por abordar el género terrorífco en la televisión, y que abonó el terreno al cortometraje que nos ocupa.
De forma paralela a este fenómeno surgieron una serie de jóvenes realizadores con ganas de experimentar que encontraron en el mediometraje para dar rienda suelta a su imaginación. Uno de estos realizadores fue Antonio Mercero -quien después de haber dirigido la muy politicamente correcta "crónicas de un pueblo" contaba con el favor del régimen- concibió la serie "13 pasos hacia lo insólito" en colaboración con José Luis Garci; por diversas circunstancias el capítulo "la cabina" consiguió ver la luz.
Con tales antecedentes no le costó a Mercero obtener la autorización y sólo necesitó 37 minutos, una cabina y la excelente actuación de López Vazquez para narrar una historia verdaderamente angustiosa, desasosegante y terrorífica con la que ganó múltiples premios internacionales, entre ellos el Emmy al mejor telefilme, el oscar del mundo televisivo. Estrenado el 13 de diciembre de 1972, el filme suscitó reacciones e interpretaciones de todo tipo, siendo mayoria quienes vieron en la obra un alegato político segun el cual el estado (personificado en la compañía telefónica) controlaba la libertad de expresión de los ciudadanos (la cabina que atrapa y condena al silencio al protagonista) con la impotencia (o connivencia) de los cuerpos de seguridad (los policias y bomberos incapaces de abrir la cabina que contemplan impasibles como los empleados de la compañía telefónica se llevan al hombre encerrado) y encarcelaba e incluso hacia desaparecer misteriosamente a quienes se atrevian a desafiar al régimen (el protagonista es abandonado a su suerte en lugar secreto subterráneo encerrado en su cabina); tampoco faltaron interpretaciones más disparatadas, como la de quienes vieron una alegoría religiosa con el helicóptero como imagen del Espíritu Santo (¡!) o abducciones alienígenas. Fue tal su impacto social que muchas personas utilizaban las cabinas con la puerta abierta, en una suerte de psicosis colectiva solo comparable a la de los bañistas norteamericanos que vieron Tiburón.


¿Cuál es el significado último de "La Cabina"? Es indudable que tiene un trasfondo político, teniendo en cuenta las circunstancias históricas que le vieron nacer; pero si sólo fuera eso no hubiera trascendido más allá del regimén que lo engendró, y sin embargo sigue produciendo la misma angustia y desasosiego que cuando fue emitido por primera vez. Porque La Cabina es también una metáfora sobre una de las grandes paradojas de la sociedad actual: la incomunicación del hombre moderno, que a pesar de tener disponer de toda clase de medios de comunicación se encuentra cada vez más aislado de los demás a medida que se disuelven las relaciones interpersonales y son sustituidas por la mediación de la tecnología. Y aunque la mayoría de las personas nunca se dan cuenta de esta incomunicación, casi todas las personas en algún momento de su vida se han sentido solas en medio de la multitud, angustiadas por no poder hablar con nadie porque a su alrededor todos son desconocidos y porque el hombre -zoon politikon- ha sido concebido para convivir y relacionarse con los de su especie, exactamente el mismo sentimiento que experimenta el hombre de la cabina, que no puede comunicarse con quienes le rodean. Y porque todos en algún momento de nuestras vidas somos como el hombre de la cabina también nos es concedido el poder contemplar la grandeza y la bajeza del ser humano, desde el que se compadece de las desgracias humanas sin mover un dedo, pasando por el que ayuda a los demás para obtener la aprobación de los suyos (el forzudo que intenta abrir la cabina) hasta aquel que se aprovecha de las desgracias de los otros en su propio beneficio. ¿Quienes son los únicos que se compadecen realmente de la desgracia de aquel hombre? Los cómicos que contemplan encaramados a una tapia a aquel hombre encerrado en la cabina que por azar se detiene ante ellos con la angustia de su incierto destino reflejado en su rostro, son la personificacion de los excluidos, los marginados, los inadaptados que en el imparable avance de la comunidad va dejando por el camino.



O como dijo el propio Mercero, todos tenemos nuestras "cabinas", llamense miedos, inseguridades, incertidumbres, en algunos casos somos nosotros mismos quienes entramos en ellas, en otros son las "compañias" que diseminan cabinas-trampa por las calles y plazas. No deja de ser irónico que sea el mismo Mercero y no López-Vazquez quien ahora mismo está encerrado en una cabina llamada Alzheimer...

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